viernes, enero 24, 2025
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Reparar el daño será muy difícil y costoso: Salió el tiro por la culata

Carlos E. Gálvez Pinillos, Expresidente de la SNMPE.

Tras ocho meses de esperar por algunas acciones del gobierno de Pedro Castillo (PC), ha quedado muy claro que él y todos los convocados para gobernar, están en la inopia, no son capaces de conducir el país a buen puerto y, como consecuencia, estamos asistiendo a uno de los episodios más tristes de nuestra era republicana.

El Perú ha tenido pésimos gobernantes, baste nomás recordar el desastre del gobierno dictatorial de izquierda de Juan Velazco o el primer gobierno de Alan García (AG), a quién, antes de la caída del muro de Berlín y por sus 35 años de edad, mucha gente estuvo dispuesta a tolerar y sufrir sus errores de juventud, pero más tarde, simplemente tuvieron que bancarse los resultados de tan mala gestión. Otros más han hecho malos gobiernos, pero nadie como PC, quién en tan corto tiempo, fue capaz de hacer fugar capitales, destruir la confianza cultivada por décadas y generar la incertidumbre suficiente como para postergar inversiones, espantarlas y deteriorar nuestra clasificación de riesgo crediticio.

Cuando en el segundo gobierno de AG, nuestro PBI alcanzó una tasa promedio de crecimiento de 7.2% anual, sus detractores comentaban: “Qué fácil, con esos precios de los metales la economía peruana crece sola. Alan no tiene ningún mérito”. Hoy PC tiene mejores precios y encontró mejores condiciones para gobernar y, aun así, no se vislumbra en el Perú un crecimiento promedio superior al 2.0% anual. Creo que a PC y su “gobierno”, habría que calificarlo no sólo por su absoluta improvisación, incapacidad para generarnos una mejor calidad de vida, sino también por su nula capacidad para plantearse escenarios posibles y adelantarse, para conducir el país ante eventos imprevistos.

Hoy, PC está arrinconado por la demanda popular ante el alza incesante de los precios de la canasta familiar, así como por el impacto de ciertos commodities sobre el costo de vida. Ahora, a último minuto, sin el análisis ni meditación debida y bajo presión, están

  • eliminando ISC a los combustibles,
  • eliminando IGV a ciertos productos alimenticios,
  • negociando la anulación de multas a los choferes de transporte público (los peores infractores) y
  • atropellando la institucionalidad, al negociar la eliminación de SUTRAN.
  • Igualmente, incrementaron el sueldo mínimo vital, sin pasar por el Consejo Nacional del Trabajo, a sabiendas que favorece a una población laboral formal muy reducida, pero afecta la posibilidad de incorporar a la formalidad al 78% de la fuerza laboral.

Evidentemente, en ocho meses ha paralizado el flujo regular de las inversiones, a consecuencia de la permanente amenaza con estatizaciones y cambios de constitución. Ha sido incapaz de resolver los conflictos sociales alrededor de operaciones y proyectos mineros, sabiendo que es nuestra principal fuente de recaudación fiscal, de divisas, de crecimiento económico descentralizado y ser el sector que incentiva las oportunidades y el crecimiento de un sinnúmero de actividades económicas que se relacionan con ella. En esas circunstancias, cuando el país no tiene margen de maniobra y cualquier des alineamiento de los precios relativos, impacta a los más vulnerables, detonaron las protestas, que fueron aprovechadas por las mafias y los ilegales que presionan por sus intereses.

En esas condiciones, a este gobierno incapaz e improvisado, no se le ocurrió mejor idea que, entre gallos y medianoche, dar una “orden de inamovilidad total” para Lima y Callao, incumpliendo todo:

  • No contar con elementos suficientes que justifiquen la decisión.
  • No publicar oportunamente el Decreto Supremo para, de acuerdo a ley, se aplique desde el día siguiente.
  • No considerar todas las repercusiones sobre quienes estaban trabajando esa noche, ni sobre quienes entraban a trabajar la madrugada del “día dispuesto”.

Estas medidas improvisadas e ilegales, tomadas al susto, hicieron sentir en la piel a la ciudadanía, la vena dictatorial de PC y su gente. Consecuentemente, en un día regular de trabajo, pero encerrados sin ley ni motivo y atentando contra la economía personal y familiar de una población trabajadora mayoritariamente autónoma, se dieron las condiciones y estimuló el ánimo de la protesta.

Como consecuencia, quien hasta ese momento sólo tenía un paro de transportistas, provocó con sus torpes medidas, una protesta espontánea y multitudinaria, no convocada por nadie y que, hasta la fecha, nadie había podido organizar. Esto se dio no sólo en Lima, sino también en otras ciudades y hasta en los Barrios Chinos, tanto el de Ica, como el de New York (China Town).

Está claro que PC no tiene ninguna autoridad y después de haberse “escapado” de la reunión con la Junta de Portavoces del Congreso, so pretexto de tener que ir a Palacio de Gobierno “para firmar el Decreto que derogaba la medida” (no había nada que derogar), ya nadie lo respeta y se ve cada vez mejor su camino de salida. O renuncia, o el pueblo lo sacará a empellones.

Está claro que “el tiro le salió por la culata”, reparar el inmenso daño que ya le ha hecho al Perú, será muy difícil y costoso.

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